Así empezaba uno de los arranques de sinceridad que más he agradecido en los últimos meses.
“Esta estructura es una puta mierda”.
Al grano. Sin filtros, sin tapujos y sin pelos en la lengua.
Estas palabras salían de la boca del instalador que la estaba montando.
A mí estas conversaciones me encantan.
Pero no aplaudo de inmediato.
Se me tiene que convencer.
Puedo estar de acuerdo, pero no se puede soltar semejante bomba y quedarse tan ancho.
Le pregunto que por qué.
Acto seguido me dice que le siga, subimos al tejado y empieza a enumerarme punto por punto todo lo que le parece mal de esa estructura en cuestión.
Chapó. Encima eran cosas que tenían sentido. No se estaba quejando por vicio.
A este señor hay que escucharle más. Puede parecer una obviedad, pero gente que diga lo que piense hay poca.
Más aún si son trabajadores por cuenta ajena.
Hay que sacarles la información a cuentagotas.
Una información valiosísima que de no saber gestionarla correctamente se te va comiendo los márgenes de los proyectos en forma de instalaciones más largas de lo previsto.
Una instalación se vende, se piensa y se ejecuta.
El que ejecuta tiene que ser bueno, pero si el que piensa no lo ha hecho bien tampoco se le pueden pedir peras al olmo.
Yo me dedico mayoritariamente a pensar y minoritariamente a ayudar a ejecutar.
Eso sí, cuando estoy ejecutando soy una maldita esponja. Hay tanto por aprender…
Uno no sabe lo que pesa una estructura hasta que tiene que levantarla para moverla de sitio.
Yo pienso para ti y para tu equipo. Y cuando digo “pensar” quiero decir:
Diseñar
Redactar documentación técnica
Tramitar permisos y subvenciones
Tu ingeniero de confianza.
Escríbeme por correo o por LinkedIn y cuéntame qué necesitas. Vamos a ver si te puedo echar un cable.